En esta ocasión viajamos a Marruecos con uno de sus platos más tradicionales.
Lo ideal habría sido cocinarlo en un tajín, que es un recipiente de barro que da el nombre a la receta, pero no tenía y lo he preparado en mi cacerola de siempre que deja la carne súper bien también. Es un plato delicioso, con un toque cítrico buenísimo (por los limones) y con mucho sabor gracias a las especias. Y para hacerlo solo necesitas:
- 1 pollo troceado
- 3 cebollas
- para el adobo: 1 vaso de agua, un buen chorreón de aceite de oliva virgen extra, 2 cucharadas de ras el hanout, 1/2 cucharada de sal, 2 cucharadas de pasta de ajo y jengibre
- aceite de oliva para sofreír
- un poco de pimienta negra
- limones confitados
- un puñado de aceitunas (yo he usado las negras sin hueso)
- unas hebras de azafrán
- 2 vasos de agua
- perejil fresco
Empezamos preparando el adobo para la carne, mezclando en un recipiente el agua, el aceite, las especias ras el hanout, un poquito de sal y la pasta de ajo y jengibre. Removemos bien y lo vertemos por encima del pollo lavado. Lo dejamos macerar unas horas en el frigorífico para que coja todo el sabor.
Cocinamos en la sartén las cebollas picadas con un poco de sal y pimienta negra. Cuando vayan cogiendo color, añadimos el pollo con su jugo a la sartén y removemos para sellar la carne. Añadimos entonces dos vasos de agua y unas hebras de azafrán. Lo llevamos a ebullición, tapamos y dejamos que se cocine unos 40 minutos.
Por último, añadimos unos limones confitados y unas aceitunas, y lo dejamos cocinando 15 minutos más para que se reduzca la salsa. ¡Listo!
Añade un poco de perejil fresco por encima y acompáñalo con un poco de sémola de cuscús (condimentada también con ras el hanout) y nada más.
Deja un comentario